De pequeño, nunca me imaginé que ese sería mi trabajo. Perdí a mi padre de pequeño, en un accidente de tráfico, y la vida tiene maneras de hacer que cada uno siga su destino. Al cabo de un tiempo ejerciendo como policía, tuve que estar “al otro lado”: diciéndole a una familia que su hijo había muerto en un accidente.
No he dejado de formarme desde ese día. He hecho todo tipo de cursos sobre seguridad y educación vial, protección civil, prevención, nuevas tecnologías y he coordinado encuentros centrados en jóvenes y en la concienciación ciudadana. Y siempre pienso que todos podemos hacer más. Soy de los que creen que la formación es la base para bajar la cifra de accidentes, y que la acción represiva y las sanciones solamente deben utilizarse cuando sean necesarias. Conozco a muchísimas personas anónimas cuya vocación y esfuerzo se centra en la mejora de la seguridad y la educación vial de su entorno.
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